martes, 31 de agosto de 2010

Viviremos soñando.


Nos pasamos más de la mitad de nuestra vida fantaseando. Imaginas conversaciones, situaciones ridículas que nunca ocurrirán. Cambias personas que al final no resultan ser como en vivieron en tu cabeza, aveces te sorprenden. Aveces te decepcionan. Sueñas con lugares legendarios, y virtudes ficticias. Creas relaciones absurdas y discursos conmovedores. Ideas personalidades subrealistas y esbozas posibilidades remotas. Te inventas tus gustos, tu personalidad, te inventas tu presente e improvisas miles de futuros. Al fin y al cabo vives más tiempo dentro de tí que en el mundo imparcial. Puedes llegar a engañarte hasta el punto de que tu mismo seas inconsciente de la mentira. Confundirás tus ilusiones con la pura realidad, pero no te preocupes, puedes seguir fantaseando, nadie descubrirá donde se encuentra la linea que separa la utopía del mundo real.

lunes, 30 de agosto de 2010

Vacio.


Ella andaba despacio sin dejarse intimidar por los brincos de su caminante al que parecían sobrarle energías. Él fantaseaba entre montañas de arena y corría de un lado para otro buscando el apoyo de un alma caritativa que se uniera a su juego. Ella soñaba con volver a la tranquilidad de su toalla y aprovechar los últimos rayos del gran sol al que le quedaban ya pocos días de esplendor, pues se acercaba de nuevo septiembre. Mientras tanto el andaba el la búsqueda de un nuevo entretenimiento, acababa de descubrir las grandes ola que había generado una batalla en la marea. Al buscar una gotita de interés en su pareja y no encontrar más que malas caras y desinterés con algo de aburrimiento empezó a resignarse. Cambio de táctica. Recurrirían a la conversación. Tras varios intentos frustrados al buscar un tema de interés para ambos sin llegar a encontrarlo, se dispusieron a caminar en silencio. A todo esto yo andaba por allí saltando, en un intento de encontrar un lazo de unión en aquella pareja que parecía tan incompatible. Se me ocurrió que quizás fueran una más de tantas, que se tratara de un entretenimiento para ambos y no llegarán a conectar. De repente por mucho que lo intentara la conexión se empeñaba en esconderse. No quería aceptar que no eran especiales, que las miradas estaban vacías, y que no habían llegado a beber de la adrenalina de una conversación. No podía tratarse de otra gran mentira. Ya eran demasiadas las relaciones frustradas que me habían sorprendido últimamente. Yo quería creer en un amor que nadie antes me había mostrado, pero me había centrado en una pareja que no tenía mucho que mostrar. Pensándolo bien lo buscaré en otro sitio.