jueves, 11 de noviembre de 2010

Fruto de la casualidad.


Nos enfrascamos en nuestro día a día, en los recados, en las obligaciones, y los entretenimientos. Llegamos a creernos tan bien el papel que nos repartió la sociedad que nos enfrascamos en el mundo de lo insignificante y lo limitrofe , llegando hasta a creer que es nuestra única realidad. Perdemos el poder de la sorpresa y la fascinación. Descalificando al universo de inaudito, insolito e inconcebible lo transformamos en una trivialidad. Sin embargo en algún momento de nuestras vidas recordamos aquello que habíamos puesto tanto empeño en esquivar.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Con miedo a nada.


—¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo? —¿Color rojo? querrá decir negro. —No, se puede tener un dia negro porque una se engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué.

Creyendo que existe. Solo hay que creer.


En algún recóndito lugar de vuestra imaginación aún guardáis el jardín secreto que os protege del mundo, el ingenuo escondite que os transporta vuestros más profundos deseos. La pócima secreta que cambiaba el universo. El lugar que vosotros mismos consciente o inconscientemente habíais creado en su momento y decidisteis ocultar pues vuestra edad indiscreta os llamaba a crecer. Y crecisteis y crecisteis cumpliendo de nuevo con con vuestras obligaciones, os deshicisteis de la fantasía y de los sueños imposibles, rechazasteis la ilusión cada vez que llamo a vuestra puerta y el poder de sorprenderos, callasteis las más idecentes locuras y las ganas de reír en los mementos inoportunos, enunciasteis a lo imposible y a lo inalcanzable. Extraviasteis las hadas y los duendes. Arrinconasteis el sol y las estrellas. Desatendisteis el significado de vivir y lo fascinación por el mundo.
Dominasteis la tranquilidad , la normalidad, la indiferencia y el orden. Fuisteis reyes en la monotidad y la corrección. Regasteis el miedo a la vida y creció en vosotros el espíritu de la resignación. Os creisteis maduros y complejos, adultos y rematados, preparados y supremos. Hasta que un día alguien os enseña el niño que fuisteis una vez, redescubris nunca jamás y comprendeis que aún sabeis volar. Y volais alto, tan alto que hasta vuestra propia sobra de vista perdeis. Os entregais a la vida, perdiendo el miedo al tiempo rechazando la resignación. Tan solo os hace falta creer. Creed fuerte, muy fuerte, recuperad vuestra infancia perdida, aún os sobra mucho tiempo para volver a ser niños.