martes, 4 de mayo de 2010

:)

Sí, ese era el secreto de la juventud eterna. No caminabas, más bien brincabas allá donde fueras, corrías, reías, saltabas y bailabas hasta caer rendido sin un ápice de fuerza. Cantabas y gritabas a los cuatro vientos hasta que la voz desatendía a tu garganta, confiabas sin miedo al engaño gracias a tu novata inocencia, disfrutabas cada pequeña alegría, y pintabas las más grandes sonrisas. Encontrabas en el deporte la gran liberación y la música era tu mejor fuente de calor. Luchabas por cada ideal con ansia inexorable y ofrecías tu amistad a los extraños. El amor, el mayor reto y cualquier forma arte tu mejor satisfacción. Escribías los primeros capítulos de un libro aún por propagar, y eras el umbral de esta larga historia.

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